La Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán se levanta en los Altos de Pipe, compartiendo la misma montaña donde se ubica el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas –IVIC–. La naturaleza la arropa. Y el conocimiento es su permanencia.
Yoyna Rivas es bióloga y coordinadora de Capacitación, Formación y Docencia. También es profesora de Biotecnología, y está feliz de ser una de las fundadoras de esta universidad. Se graduó de bióloga en el Núcleo de Sucre de la Universidad de Oriente, y luego también su maestría en Biología Aplicada. Nació en La Guaira, y su conexión con el oriente del país se debe a que su mamá es de Carúpano. Luego dio el salto hasta el IVIC, allí desarrolló su tesis para graduarse como licenciada en Biología.
“Fue una tesis bastante curiosa en cuanto a cómo me involucro dentro del IVIC, que ese era mi sueño, porque realmente estar en el IVIC forma parte del sueño de muchos de los científicos del país. Ese instituto es el referente nacional, y también un referente internacional en cuanto a la ciencia y la tecnología. Llego al IVIC a través de una profesora que me animó muchísimo en la Universidad de Oriente, la profesora Zaida Durán, investigadora jubilada y docente de la Universidad de Oriente, que a través de sus clases en Fisiología Celular me inspiró. Ella nota en mí ciertas habilidades, ciertas aptitudes, curiosidad. Hace ese contacto con investigadores acá, amigos, conocidos del área, y me hace esa oferta académica. Me vengo bastante entusiasmada, no solo por estar en el IVIC, pero también era porque tenía esa cercanía de estar en casa, porque vivía en La Guaira, y del IVIC a La Guaira era un salto. Ahora soy profesional de investigación del IVIC, en el Centro de Biotecnología Agrícola, Laboratorio de Sanidad Animal”.
–Después de haber recibido clases en primaria, secundaria y en la universidad, ¿cómo se siente estar del otro lado, es decir, dando clases?
–Después que uno termina un proceso de formación creo que ese proceso continúa a lo largo de la vida, sobre todo quienes nos dedicamos a hacer ciencia, porque es un proceso de actualización. Nuevamente vamos a las aulas porque es parte del trabajo de dejar ese legado, esa formación en esta población que va en crecimiento. Nos satisface dejar esa experiencia propia que hemos tenido y las actualizaciones que vamos teniendo a lo largo del camino en las aulas de esa nueva generación.
–Eres investigadora del IVIC. ¿Cómo llegas a la Universidad de las Ciencias?
–La conexión en la Universidad Nacional de las Ciencias nace por una convocatoria que se genera en la construcción de las mallas curriculares, de las carreras de la nueva universidad. La doctora Rosalva Rodríguez, que es la investigadora con la que trabajo, me convoca y me invita a formar parte de este equipo en el desarrollo de la malla curricular de Biotecnología. Y yo acudo al llamado, totalmente emocionada, activa, presta a trabajar, y culminamos esa tarea. Pero cuando creíamos que habíamos cumplido con ese objetivo, que era esta primera parte, comienza esta segunda parte, que es participar como docente dentro del espacio de profesores de la Universidad Nacional de las Ciencias. Y aquí estoy en este momento. Estoy impartiendo clases en el tópico especial de Biotecnología, con estudiantes que no solo van por esa carrera; hay estudiantes de Biomateriales, de Electromedicina, de Ciencias Moleculares, y hay estudiantes de Ingeniería Artificial que también se han inscrito en este tópico, tienen curiosidad por la Biotecnología.
–Aquí no había una Universidad de las Ciencias, sino facultades de ciencia en las universidades.
–Sí, la ciencia, por lo general, se estudia en facultades dentro de las universidades. En la Universidad de Oriente no existen facultades, sino que existen las Escuelas de Ciencia, porque esa Universidad está dividida en distintos núcleos a lo largo del Oriente del país. En mi caso, yo estaba en el Departamento de Biología en lugar de estar en la Escuela de Biología. La Universidad Nacional de las Ciencias pasa a ser, para nosotros, un nuevo salto, un salto de verdad, o una oportunidad para todos aquellos estudiantes o para todas aquellas personas que tienen curiosidad por la Ciencia, que se quieren dedicar y hacer de la Ciencia su vida, porque realmente escoger una carrera científica significa hacer de esto tu vida.
–¿Y qué significa ser fundadora en la docencia en la Universidad de las Ciencias?
–En mi experiencia personal es, de verdad, bastante satisfactorio, bastante grande, y es un reto, porque es sentar bases, es también formar, estructurar lo que vamos a dejar para las generaciones de relevo. Es una responsabilidad bastante grande para nosotros como fundadores, porque todas estas carreras están diseñadas en la parte curricular, todo lo que es el desarrollo del contenido de las asignaturas. Tenemos que dejar una huella importante en la carrera para el desarrollo en los próximos años.
–Los niños y niñas de los Semilleros Científicos tienen aquí una gran oportunidad para desarrollar sus carreras.
–Los Semilleros Científicos se han venido desarrollando en distintas poblaciones, distintas regiones, ciudades del país, y cada día se ha ido incrementando el número de niños y niñas que se han ido incorporando a este programa. También la Universidad de las Ciencias Humberto Fernández-Morán, viene a ser como una oportunidad más para los que están en el Semillero Científico, porque saben dónde pueden terminar su carrera. La Universidad de las Ciencias en este momento pasa a formar parte entonces de la continuidad, de la formación de estos niños y niñas del Semillero Científico y de los del grupo de robótica del país. Ellos tienen allí el camino, dan continuidad a eso que han iniciado, que han comenzado a traer esta formación previa que han tenido en el bachillerato. La universidad forma jóvenes en la carrera de Robótica y Automatización, también con la de Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial.
Prensa La Inventadera

