El Programa Antártico Venezolano surgió en 1999, a través de la política visionaria del Comandante Hugo Chávez. Actualmente mantiene un papel clave en la investigación y conservación de los océanos y la Antártida. Este programa está adscrito al Centro de Oceanología y Estudios Antárticos del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y tiene como fin involucrar a toda la población en el cuidado del ambiente marino y la preservación de los ecosistemas del continente blanco. «Trabajamos los océanos y la Antártida, es por ello nuestra motivación, porque esta información de todo lo que nosotros realizamos en nuestro medio ambiente marino costero y todo lo que se hace en la Antártida pueda llegar a toda la población, desde los más pequeños hasta los más adultos», indicó Helga Handt Delgado, investigadora del Laboratorio de Estresores Marinos y coordinadora científica del Programa Antártico Venezolano. La especialista indicó que, posterior a la creación del programa, Venezuela firma el Tratado Atlántico y lo ratificó en el año 2001. Asimismo, en 2014 se suscribió el Protocolo de Madrid, siendo una línea estratégica para cuidar y preservar las costas venezolanas, océanos y la Antártida. Una de las principales actividades que se promueven desde el programa es la Ruta Oceánica y Antártida, diseñada para acercar la ciencia y la exploración a las nuevas generaciones. En esta ruta, los visitantes comienzan su experiencia en la sala de exposiciones, donde se presentan cuentacuentos, entre los que destaca una versión del cuento Un osito polar perdido en la Antártida. «Bien sabemos que en la Antártida no hay osos, pero precisamente es para marcar esas diferencias de por qué no hay osos en la Antártida», indicó la especialista al tiempo que agregó que para los más pequeños también se realizan sesiones de artes. Los más grandes, por su parte, tienen la oportunidad de participar en actividades prácticas en los laboratorios del centro, donde se investigan temas como las técnicas de química marina, la valorización de los recursos marinos, los estresores marinos y el modelado oceánico. «Les vamos explicando y vamos haciendo prácticas, donde los chamos se involucran de las actividades y pueden aprender más de lo que realizamos en el día a día», manifestó. Hasta la fecha, esta ruta ha abordado a más de mil estudiantes que han visitado el centro de investigación, así como también se mantiene un estrecho trabajo de colaboración con diversos países durante las campañas científicas en la Antártida. La doctora Handt resaltó la importancia de la sensibilización temprana y afirmó que esta ruta es esencial para crear conciencia en la población, debido a que con estas actividades, los niños, niñas y jóvenes «se involucran, crean ese sentimiento de pertenencia de lo que tenemos, de qué tan majestuosos y magníficos son nuestros océanos y la Antártida, lo sensibles y vulnerables que son a los efectos del cambio climático». «Esto es como la semilla para que se replique la información de que debemos cuidar y preservar nuestro medio ambiente», puntualizó. Con el Programa Antártico Venezolano y la Ruta Oceánica y Antártida se continúa el compromiso de educar y sensibilizar a la población sobre la importancia de la conservación de los océanos y el impacto de la crisis climática. «Haciendo ciencia, creamos conciencia», concluyó. Para poder participar en estas actividades, las escuelas y liceos pueden contactar, para solicitar visitas, el centro a través de Oficina de Sociabilización del IVIC en su correo electrónico osccivic@gmail.com. Mincyt/Prensa/AE/Fotografías: AA
Trabajo Especial: Doctor Héctor Rafael Rojas: El cartógrafo de la luna
La historia universal de la ciencia no siempre es justa con quienes hacen grandes aportes a la humanidad. En ocasiones, los nombres más decisivos quedan relegados. Tal es el caso del Dr. Héctor Rafael Rojas (1928-1991), un astrofísico venezolano que desempeñó un papel esencial en el Programa Lunar Apolo de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), contribuyendo con herramientas matemáticas que permitieron al ser humano caminar por primera vez sobre la superficie lunar. Su trayectoria ha estado marcada por luces y sombras: del reconocimiento académico en Europa y Estados Unidos al silenciamiento deliberado durante décadas. Solo recientemente, a partir de investigaciones documentales y a la acción de instituciones venezolanas, su legado comienza a ocupar el lugar que le corresponde en la historia de la ciencia mundial y en la memoria nacional. Héctor Rafael Rojas nació el 10 de junio de 1928 en Maracaibo, estado Zulia, en una familia de clase trabajadora que poco podía imaginar que uno de sus hijos alcanzaría resonancia internacional. La familia se trasladó a Puerto Cabello y posteriormente a Maracay, donde el joven Rojas cursó estudios en el Liceo Agustín Codazzi, graduándose en la primera promoción de bachilleres. Continuó luego su formación en el Liceo Fermín Toro de Caracas, en el área de Física y Matemáticas. Desde joven demostró una brillantez académica fuera de lo común. A los 22 años, en 1950, partió a París con una beca para realizar estudios en la Sorbonne Université y en el Instituto Militar Politécnico de París. Allí se graduó con los más altos honores, obteniendo simultáneamente un doctorado en Física y Matemáticas y un doctorado en Astrofísica, títulos alcanzados con la máxima distinción académica francesa: Mention Très Honorable. Su formación le permitió dominar campos tan diversos como la mecánica celeste, la astrofísica estelar y la espectroscopía, a lo que sumó el aprendizaje de seis idiomas: francés, inglés, español, alemán, italiano y japonés. Falleció el 12 de mayo de 1991 en el estado Carabobo, a los 63 años, y fue sepultado en un cementerio municipal entre Mariara y San Joaquín. Durante décadas no se conocía con certeza dónde reposaban sus restos. Trayectoria internacional,la NASA y el Método Rojas Rojas tuvo una carrera destacada. Entre 1956 y 1958 trabajó en el Observatorio de París-Meudon, donde desarrollo estudios astronómicos sobre las denominadas estrellas azules. Posteriormente se incorporó al Observatorio Astronómico de Saint Maure, y luego a la Institución Carnegie de Washington D.C., donde continuó con investigaciones en espectroscopia estelar. En México, se desempeñó como profesor-investigador en el Instituto Tecnológico de Monterrey, en asociación con el Pan American College de Edinburg, Texas, combinando la docencia con la investigación de frontera en física y astronomía. En 1966, la NASA invitó a Rojas a unirse al Programa Lunar Apolo. Instalado en el Manned Spacecraft Center de Houston (hoy Johnson Space Center), el venezolano desarrolló lo que se considera su contribución más importante: el Método de Extrapolaciones Sucesivas, también conocido como Método Rojas o de Transformaciones Sucesivas Este sistema matemático se basaba en extrapolaciones y proyecciones complejas, apoyadas en un sistema de coordenadas, con el que era posible analizar con extraordinaria exactitud la superficie lunar a partir de imágenes captadas por sondas automáticas. Una técnica matemática de enorme sofisticación que permitió calcular con precisión inédita las trayectorias y coordenadas de alunizaje. Este método consideraba la topografía de la región ecuatorial de la Luna y la influencia de su gravedad sobre el módulo de descenso. Entre 1966 y 1967 produjo al menos tres informes oficiales para la NASA, documentos que permanecieron clasificados durante décadas y que solo en 2019 fueron liberados y publicados en el Servidor de Información Técnica de la agencia espacial. Estos informes detallan la predicción de las áreas más seguras para el descenso tripulado y constituyen evidencia directa del rol central que desempeñó el científico venezolano. El aporte de Rojas no se limitó al cálculo de coordenadas. Su papel fue también pedagógico y estratégico. Entrenó a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins sobre las características topográficas de la superficie lunar y las precauciones que debían tomar durante su exploración. Sus cálculos selenográficos, basados en ocho estudios exhaustivos, identificaron las áreas más estables del Mar de la Tranquilidad, donde finalmente el Apolo 11 alunizó el 20 de julio de 1969. En entrevistas concedidas en Venezuela poco antes de ese histórico momento, Rojas predijo con certeza que en julio de ese año el hombre pisaría la Luna. No se equivocó. Por estas razones, fue apodado “el cartógrafo de la Luna”, título que resume su papel como guía matemático del alunizaje. Sin embargo, el ascenso meteórico de Rojas en la NASA pronto se vio opacado por la política. Se negó a aceptar la nacionalidad estadounidense, decisión que incomodó a las autoridades. Rechazó también ofertas económicas para mantener en secreto sus descubrimientos, convencido de que la ciencia debía compartirse y democratizarse, no ser patrimonio de élites o de gobiernos. Como consecuencia de su posición, su nombre fue eliminado de los registros oficiales de la NASA, y muchos de sus documentos, desaparecieron en Venezuela durante los primeros años de la década de 1970. El científico que había guiado a la humanidad hasta la Luna caía en un olvido forzado. Rescate de su legado:Símbolo de ciencia y soberanía Rojas regresó a Venezuela en 1972. Intentó fundar un centro de investigaciones en astrofísica, pero el proyecto nunca se materializó por falta de apoyo institucional. Se dedicó entonces a la docencia en el Instituto Pedagógico El Mácaro, en Aragua, y trabajó como asesor en el Ministerio de Educación, en labores que quedaron invisibles para la opinión pública. La tarea de rescatar su memoria ha sido posible gracias a la investigación del escritor e investigador hispano-venezolano Pierre Monteagudo, quien durante más de dos décadas recopiló archivos, testimonios y documentos hasta publicar en 2016 Expediente Rojas, considerada la biografía oficial del científico. Monteagudo logró que, mediante la Ley de Libertad de Información (FOIA) en Estados Unidos, la NASA desclasificara en 2019 los reportes técnicos elaborados por Rojas. Así quedó demostrado que sus aportes no
Jorge Troconis: Que la UNC cuente con los profesionales del IVIC es una fortaleza
Nacido en la ciudad con la Plaza Bolívar más grande del país (hay más de mil) el camino seguido por Jorge Troconis hasta hacerse investigador del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), titularse como doctor en Física y ser profesor de la Universidad Nacional de las Ciencias “Dr. Humberto Fernández-Morán” (UNC), podría ilustrase con la alegoría de una luz estelar viajando hasta el presente. Desde niño este maracayero se interesó por la ciencia, aunque en su familia solo un tío se había dedicado a la química. Su madre trabajaba en los tribunales, pero él creció preguntándose cómo se forman los planetas, de dónde venimos, cómo ocurrió el proceso de evolución. En la Prueba de Actitud Académica, sin dudar, eligió como primera opción estudiar física en la Universidad Central de Venezuela y como segunda, física en la Universidad de los Andes (ULA). En la última resultó aceptado y la alegría vino acompañada con el planteamiento de un problema. “Cuando salieron los resultados me dijeron que quedé en la ULA, pero que tenía que ir a Mérida a presentar la prueba psicológica. Yo vivía en Maracay. Mi mamá no tenía para pagar el traslado para allá, ni una residencia, ni nada. Entonces quedé más o menos en el aire”. Afortunadamente, su profesor de Física del liceo le habló de la convocatoria a una nueva Facultad de Ciencias en la Universidad de Carabobo (UC). Estaban en la fase de selección de candidatos para la escuela de Física y fue aceptado. Tenía diecisiete años. Debió inscribirse con un permiso especial de su progenitora, una guerrera aragüeña que lo ha apoyado desde su infancia en todos sus proyectos con amor de madre. Igual lo ha hecho con su hermano menor. Como la luz de las estrellas ante el espectrograma, Jorge Troconis muestra con orgullo su origen humilde y deja entrever en la entrevista de qué elementos está formado. Huella digital estelar El trabajo de pregrado de Jorge fue con “simulaciones computarizadas de dinámica molecular” (DM). “Mi tesis tenía que ver con la dispersión de partículas con centros ordenados y desordenados. Era una simulación muy simple donde podía ver cómo una partícula lanzada a un sistema llegaba y quedaba atrapada, como rebotando en la superficie”. Licenciado en Física por la UC se vino a estudiar al IVIC donde cursó una Maestría en Física Fundamental orientando su trabajo hacia la astrofísica. La explicación de su tesis puede resulta asombrosa. Examinar los espectros de la luz estelar captada por el telescopio, permitió a Jorge calcular el hierro presente en la composición de una estrella. –¿Acaso puede saberse de qué elementos está formada una estrella por el estudio de su luz? –La intensidad de la luz es como una huella digital. Realmente uno lo que mide es la longitud de onda de la luz. Mi modelo era un modelo teórico que calculaba los niveles de energía y la probabilidad de transición para el hierro. Si vemos los átomos como si fueran una escalera donde la parte más baja sería el núcleo y cada escalón un nivel de energía, la probabilidad de que un electrón salte de un escalón a otro es lo que uno mide en cuántica. Cuando un electrón va de un nivel más alto a un nivel más bajo desprende un fotón, un rayo de energía, y el hierro tiene un comportamiento particular en ese salto. Uno intenta establecer esos saltos de energía y ver exactamente, cuál es la probabilidad de que ocurran”. A simple vista este saber estelar pareciera tener pocas aplicaciones terrestres, pero no es así. Las espectrometrías de la luz, aparte de resultar efectivas para entender la composición química de una estrella, sirven para entender la composición química y la mecánica de cualquier fenómeno. Por ejemplo, los procesos de contaminación o la creación de nuevos materiales. Culminada su maestría, Jorge Troconis quiso continuar su doctorado con estudios de Astrofísica, pero su tutor, el Dr. Leonardo Di Girolamo Sigalotti, en ese momento investigaba sobre procesos de formación estelar y lo puso a resolver ecuaciones de mecánica de fluidos. “Estábamos en 2012. Se estaba levantando el Laboratorio de Física de Fluidos y Plasmas y el doctor Sigalotti me dice: ‘Bueno, vamos a comenzar con esto’. Era un código donde se simulaban las ecuaciones de mecánica de fluidos para la evaporación de gotas. ‘Si aprendes estas ecuaciones vas a poder hacer lo mismo con la formación estelar, porque son las mismas ecuaciones, solo que hay que cambiar algunos parámetros’, me dijo. Al final tengo más de diez años trabajando con esas goticas y he dejado un poco de lado la Astrofísica”. –¿Cuál es tu proyecto de investigación actual? –Estoy trabajando en lo que es la parte de cambio de fase, esencialmente, lo que es descomposición espinodal: cómo es el proceso de cambio de fase de un líquido a gas. Siempre nos enseñan desde el colegio que existen tres fases; sólido, líquido y gaseoso, pero el detalle para pasar de un estado a otro no está tan claro. En mis últimos trabajos he estado viendo cómo la interfaz que se construye entre la fase líquida y la fase gaseosa sirve como una barrera… –¿Qué problema concreto puede resolver este estudio? –Está involucrado con casi cualquier sistema. Por ejemplo, cuando uno construye un semiconductor o algún nuevo material, este puede estar en una fase de interfaz. El material tiene una parte líquida y una parte gaseosa, pero hay como una zona que no es ni líquida ni gaseosa, sino una unión entre las dos, como una frontera. Entonces, esa frontera justamente es la que limita el paso de la parte líquida a la gaseosa y viceversa. –¿Si conoces esa frontera puedes calcular mejor la eficiencia de un sistema? –Podrías, por ejemplo, mejorar la eficiencia de los motores. Recuerda que un motor consiste en la inyección de un combustible con oxígeno y tienes una chispa que hace que el oxígeno con el combustible se queme. Eso es justamente lo que produce la combustión y hace el movimiento de los
Ana Ramos: Mejorar los alimentos con ciencia aplicada: un océano de oportunidades
Los estudiantes de la novedosa experiencia que representa la Universidad Nacional de las Ciencias «Humberto Fernández-Morán» recibirán conocimientos de primera mano en carreras no tradicionales (ni convencionales), a cargo de investigadores e investigadoras como Ana Indira Ramos y otros científicos y científicas. Esta generación de fundadores y fundadoras tendrá la misión de asegurarse de que lo enseñado no se quede como información muerta dentro de las aulas, sino que estudiantes y profesores serán el punto de partida para que los novísimos pupilos y pupilas, realicen experimentos en el territorio y en los laboratorios. Ana Ramos es jefa del área de Ciencias del Agro y del Mar en la nueva universidad. En el IVIC forma parte del Centro de Estudios Oceanología y Estudios Antárticos. “Se trata de un mundo multidisciplinario”, afirma la profesora Ramos, quien desde que comenzó a trabajar en su área de estudio lo hizo poniendo en práctica los conocimientos científicos que adquiría para mejorar la calidad de vida, optimizando el consumo de especies locales, en principio de algunas comunidades del oriente del país, específicamente del estado Monagas. Allí trabajó como directora del Laboratorio de Microbiología junto con el gobierno local, en la inspección de los expendios de alimentos. Su misión fue realizar análisis de su calidad microbiológica y su inocuidad alimentaria, en cumplimiento de las normas de Covenin (Comisión Venezolana de Normas Industriales), que ahora cambió a “Servicio Desconcentrado de Normalización, Calidad, Metrología y Reglamentos Técnicos de Venezuela” (Sencamer). También se dedicó a realizar experimentos, en el mismo campo, con los denominados “alimentos de cuarta generación”, que no son más que aquellos productos que han sido pelados y cortados y que se almacenan para consumo posterior. “Realicé investigaciones sobre los efectos de la luz ultravioleta en la preservación de frutas frescas cortadas o mínimamente procesadas”, dice la profesora Ramos. Explica que la luz ultravioleta es un elemento térmico de conservación de alimentos que no presenta ningún incremento de temperatura al momento de ser utilizado en la conservación de estos productos, porque permite que los mismos mantengan sus características sensoriales, físicas y químicas sin modificaciones en un plazo de tiempo de consumo óptimo que oscila entre los 10 y 20 días. Estos experimentos los realizó utilizando mango, patilla y piña con excelentes resultados. Posteriormente realizó investigaciones en el Centro Oceanográfico con un proyecto llamado “Valoración y Aprovechamiento de Recursos Marinos”, junto con las comunidades pesqueras que hacen vida en Higuerote, estado Miranda, en las zonas de Playa Valle Seco y en la Laguna La Reina. En conjunto se realizaron varias líneas de investigación, por ejemplo, en estudios sobre el aprovechamiento integral del guacuco para la seguridad alimentaria y la obtención de productos químicos de valor agregado, buscando un sentido práctico de producción con una relación directa con esa comunidad. Esta investigación contempló el aprovechamiento del tejido duro de ese molusco, que es una fuente rica en calcio, cloruro de calcio y carbonato de calcio, que pueden ser aprovechados por la industria farmacéutica y por la industria del papel. Los habitantes de Higuerote también sistematizaron los procesos de etiquetado y empaquetado para la conservación de otros productos como pescados y mariscos. Todas estas investigaciones fueron posibles a través de un proyecto al que nombraron “Capacitación y seguimiento para productos etnogastronómicos provenientes de la Laguna La Reina y Playa Valle Seco en Higuerote, estado Miranda”. Allí se investigó sobre la variedad alimenticia y productiva de esa comunidad, contando con el apoyo del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas (IVIC), quien cuenta con una estación experimental en esa zona. Las comunidades participantes pudieron fortalecer su economía y mostrar avances importantes que aportan al entramado productivo del país. De Monagas para el océano Ana Indira Ramos nació en Temblador, estado Monagas, y allí vivió hasta los 14 años de edad con su madre, Ana Celis Villarroel, quien se dedicaba al trabajo del hogar. Su padre, Freddy Ramos, fue maestro, y su hermana Ana Karina Ramos es Ingeniera Agrónoma; allí estudió la primaria y parte de la secundaria. A los 15 años de edad se mudaron para Maturín, ciudad también oriental en la concluyó el bachillerato e ingresó a la Universidad de Oriente (UDO). En principio quiso estudiar medicina, sin embargo el camino que se abrió ante ella fue otro porque ingresó en la carrera de Biología culminando la primera etapa de sus estudios en Maturín. Luego continuó su carrera de pregrado en el estado Sucre, en otro núcleo de la UDO en el cual –confiesa– terminó enamorada de su profesión, obteniendo el grado en Biología Experimental con una tesis orientada a la tecnología de alimentos, que mucho tuvo que ver en el desarrollo posterior de su formación académica. Para el año 1996, vuelve al núcleo de la UDO en Monagas con la meta de hacer un postgrado, pero fue aceptada como profesora a tiempo completo; allí enseñó sobre microbiología general y de alimentos por 25 años, hasta que logró su jubilación. Fue en el núcleo del estado Anzoátegui donde culminó su maestría en Ciencias de los Alimentos. Posterior a ello y sin perder mucho tiempo, Ramos aprovecho los planes de financiamiento que ofrecían en la universidad para profesores de dedicación exclusiva y contactó a Olga Martín Belloso, una destacada investigadora científica especializada en ciencias y tecnologías alimentarias de la Universitat de Lleida (Catauña, España), quien la aceptó en su equipo de trabajo. Ana Ramos cursó paralelamente y obtuvo nuevos títulos con otra maestría basada en una tesis sobre Innovación de Investigación y Producción Alimentaria, y finalmente el doctorado del cual se graduó con el nivel de Cum Laude, en el área de Ciencia y Tecnología Agraria y Alimentación, logros obtenidos entre los años 2008 al 2012. También tuvo la oportunidad de hacer publicaciones en revistas científicas internacionales como Microbiology Foods Journal y en la revista “Saber”, con un artículo titulado Foods Control. El nivel de compromiso y trabajo en esa universidad española fue reconocido cuando le otorgaron el premio “Jade Plus”, que va dirigido a profesores latinos por su labor y consiste en
Yanpiero Balladores: El investigador que le pone las pilas al país
De niño, Yanpiero Balladores siempre sintió curiosidad por saber cómo funcionaban los artefactos eléctricos. Fue así como terminó con un cementerio de radios en su casa. Los destartalaba para intentar repararlos en su hogar de El Vigía, donde nació y vivió con su madre zuliana y con su papá de Chiguará, estado Mérida. Dice, sobre sus inicios: Mi mamá fue obrera del Instituto Nacional de Nutrición alrededor de 20 años. Mi papá fue taxista durante toda su vida. La infancia en El Vigía para esa época fue un poco dura porque era una zona peligrosa para ese entonces. Pero disfruté de una buena infancia con muy buenas amistades que todavía conservo. Una de las cosas que me llevaron a estudiar ciencia fue la influencia de muy buenos profesores que tuve en el bachillerato y mi curiosidad por la ciencia y por descubrir cosas nuevas. Parte de lo que soy se lo debo a mi madre por todo el apoyo que me dio en el transcurso de mi formación en bachillerato y universitaria. El apoyo que me dio para trasladarme a la ciudad de Mérida a estudiar ciencias químicas en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes. Hoy Yanpiero Balladores, químico, con sus 45 años (nacido en 1980) se siente muy agradado con la investigación que desarrolla para crear en Venezuela baterías con agua salada y litio reciclado, en el Centro de Física del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC. Y con la creación de biomarcadores como el del cáncer, para hacer diagnósticos a tiempo. Un químico en un Centro de Física “¿Qué hace un químico en un Centro de Física?”, se pregunta Yanpiero para enseguida afirmar que esto se lo permite su formación en el postgrado: “Tengo un doctorado en Electroquímica Fundamental y Aplicada. Esta área de la físicoquímica se dedica a ver la transferencia de electrones en un medio, en una celda electroquímica”. Explica el profesor: ¿Qué sucede cuando yo pongo en contacto un electrodo con una solución o con otro material? La electroquímica es una rama que se puede aplicar a muchos factores de la vida diaria y está involucrada en mucho de lo que hacemos a diario. Por ejemplo, las baterías que utilizamos en los dispositivos electrónicos son baterías de litio, esto es netamente electroquímica. Los dispositivos que usamos en algunos casos para medir concentraciones de glucosas en sangre también son dispositivos electroquímicos. Agrega que ya tiene varios años trabajando con baterías de ion litio y “en un sinfín de aplicaciones que abarcan la electroquímica en energía, en sensores, en biosensores. De hecho, ahorita tengo un proyecto aprobado por el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación –Fonacit– que se llama ‘Desarrollo de un Prototipo de Batería de Ion Litio para ser usado en el Sistema Eléctrico Nacional’”. Con este proyecto, el investigador pretende desarrollar el know-how, el cómo hacerlo en Venezuela. “No hay litio en el país, pero el saber cómo hacerlo es importante para el desarrollo tecnológico”. Reciclaje del litio Su investigación apunta hacia futuros desarrollos en el área de reciclaje de estas baterías “con la intención de tomar el litio que hay en las que entran al país y reciclarlo, reacondicionarlo para usarlo en nuevas baterías. Estamos involucrados en baterías no recargables de aluminio-aire, en especial aluminio porque en el país tenemos mucho aluminio. Y el otro electrodo que se utiliza es carbón al que podemos tener acceso a través de la biomasa que se produce en algunos procesos de empresas que producen azúcar”. Me aprobaron un proyecto que se llama Desarrollo de Lámparas Agua Salada para Comunidades Rurales. Básicamente, estas lámparas lo que contienen es un electrodo de aluminio y un electrodo de carbón. El equipo de investigación comandado por Balladores se propone producir una batería que pueda ser utilizada en comunidades remotas y en emergencias. “Este electrodo de aluminio se va oxidando, se va desgastando produciendo electrones que son los que me van a permitir producir más o menos un voltio por cada celda. Luego utilizamos un dispositivo electrónico que aumenta ese voltaje y esto me va a permitir encender un conjunto de LED y tener un puerto USB para una carga lenta de algunos dispositivos”. –¿Cómo surgió a la idea de la lámpara para el campo? –Eso surgió de una consulta que nos hicieron el Director y el Subdirector del Instituto (IVIC). Ellos vieron un video donde hacían este tipo de lámparas y nos consultaron a ver si las podíamos hacer. Nos abocamos a investigar qué había detrás de todo esto y decidimos meternos en el proyecto para producir estas lámparas. Nuestro sistema eléctrico nacional de alguna manera está sobrecargado y sabemos que a algunas comunidades no les llega el tendido eléctrico. Decidimos meternos en este proyecto dirigido, esencialmente, a las comunidades rurales, por ejemplo, en la Alta Guajira o en Amazonas. Y también últimamente hablando con otro investigador del Instituto, nos dimos cuenta de que también podemos aplicarlo a los pescadores que salen a alta mar de madrugada. Dice que “la batería está compuesta básicamente de un componente electrónico que aumenta el voltaje, pero lo que produce la energía es un electrodo de aluminio y un electrodo de carbón que están inmersos en agua salada con una concentración de 3% más o menos de sal, que es la concentración de sal en el mar”. Yanpiero se siente satisfecho de su trabajo en laboratorio porque están haciendo, desde la investigación, aportes al desarrollo tecnológico del país y valora que esas ideas están siendo escuchadas desde las altas esferas del Gobierno. Indica que uno de los momentos más difíciles de su carrera como científico del Ivic ha sido enfrentarse a la crisis económica producto de las medidas coercitivas unilaterales y hacer investigación en medio de la pandemia mundial. Poco a poco estamos generando conocimiento tanto a nivel de pregrado y de posgrado. En estos momentos estoy dirigiendo tres tesis de pregrado de estudiantes de la ULA, de la Facultad de Ciencias, de la carrera de Física, y tengo dos estudiantes que están ingresando al doctorado para trabajar
Trabajo Especial: Licenciatura en Matemáticas: Un perfil innovador
En el contexto de la era de la cuarta revolución industrial, dominada por algoritmos, la ciencia de datos, la inteligencia artificial y el modelado de procesos que impulsan la economía global, la formación de matemáticos es estratégica. Para la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán (UNC), creada en el año 2024 por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, y enmarcada en la Gran Misión Ciencia, Tecnología e Innovación, el programa de Licenciatura en Matemáticas se erige como una propuesta educativa para la innovación tecnológica, la resolución de problemas sociales y el desarrollo económico de la nación. Con sus 186 unidades de crédito distribuidas en ocho semestres, el programa presenta una arquitectura académica cuidadosamente diseñada que combina rigor teórico con aplicación práctica. La UNC ofrece una propuesta pedagógica que busca desmitificar la enseñanza de las matemáticas, promoviendo un enfoque centrado en la comprensión, la construcción de modelos y el pensamiento crítico aplicado a datos reales. Para entender la importancia de esta iniciativa, esta institución educativa introduce transformaciones profundas en los métodos tradicionales de enseñanza y aprendizaje de las matemáticas. Más que memorizar fórmulas, los estudiantes construyen conocimiento enfrentándose a la resolución de problemas reales. Este enfoque, orientado a una formación más sólida, permite que los jóvenes no se limiten a aprender ecuaciones diferenciales, sino que, por ejemplo, las apliquen para modelar la propagación de una epidemia en comunidades venezolanas, integrando el rigor matemático con problemáticas sociales concretas. La rectora Gabriela Jiménez Ramírez expresaba durante la transmisión de su podcast Con Ciencia +Vida del 8 de abril, que “la universidad viene, por supuesto, a resignificar el sistema educativo universitario, desde carreras especializadas, orientadas en el trabajo de laboratorio, en el trabajo de la investigación, con líneas que están pertinentemente relacionadas a las necesidades locales de las venezolanas y los venezolanos”. A su vez, el profesor de matemática José Flores señaló que el programa de la casa de estudio, se diferencia de otras universidades porque existe una conexión directa entre los proyectos nacionales de desarrollo científico y por su énfasis en la investigación aplicada para abordar problemas reales del país. Es una formación académica centrada, entre otros aspectos, en la elaboración de modelos matemáticos que simplifican la formulación de problemas y encuentren soluciones efectivas para responder a los cambios que requiere la sociedad. Esto implica que los estudiantes no se limitan a aprender matemáticas, sino que desarrollan la capacidad de aplicarlas para resolver problemas concretos. En definitiva, son preparados para desenvolverse con solvencia en el dinámico ecosistema tecnológico actual. “Estudiar matemáticas en Venezuela representa un compromiso con la formación de talento científico nacional indispensable para el desarrollo académico, educativo y productivo del país”, expresó. Asimismo, refirió, que la UNC, al formar profesionales capacitados en el área científica y tecnológica, busca impulsar el motor de desarrollo soberano, fortaleciendo la investigación y aplicándola en áreas prioritarias para el Estado. Competencias para el siglo XXI El perfil del egresado de la Licenciatura en Matemáticas de la UNC se distingue por presentar a un profesional que trasciende el estereotipo del matemático tradicional. Se busca formar a un nuevo matemático capaz de ser: · Un solucionador de problemas: Capacitado para abordar desafíos complejos desde múltiples perspectivas. · Un innovador tecnológico: Con competencias en programación y análisis de datos. · Un comunicador efectivo: Hábil para traducir conceptos abstractos a lenguaje comprensible. · Un agente de cambio social: Comprometido con el desarrollo sustentable del país Además, a través del programa, los estudiantes tendrán oportunidad de desarrollar lo que los expertos denominan competencias del siglo XXI, entre las que podemos mencionar: · Cognitivas: Pensamiento crítico para evaluar información cuantitativa, resolución creativa de problemas complejos y abstracción matemática aplicada a situaciones reales. · Digitales: Programación en lenguajes especializados, visualización de datos para comunicar resultados y modelado computacional para simulaciones. · Sociales: Trabajo colaborativo en equipos multidisciplinarios, liderazgo en proyectos de base tecnológica y comunicación efectiva con audiencias de diversa naturaleza. La Universidad Nacional de las Ciencias y su carrera de matemáticas representan una oportunidad para revitalizar la educación en Venezuela. En un mundo donde el conocimiento matemático se ha convertido en fundamental para el desarrollo de las denominadas economías digitales, Venezuela tiene la oportunidad de escribir un nuevo capítulo en su historia tecnológica. La UNC se ha propuesto convertir esta disciplina en una herramienta de empoderamiento, innovación y desarrollo sustentable al formar matemáticos con competencias globales para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Prensa UNC / YA
Aspirantes de la Universidad Nacional de las Ciencias visitaron áreas científicas del IVIC
En el marco del Curso de Acompañamiento de Iniciación Universitaria de la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán (UNC), un grupo de aspirantes a cursar estudios pertenecientes a la Fuerza Armada Nacional ha realizado diversas visitas guiadas a las áreas científicas del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Las actividades organizadas por las direcciones Académica y Estudiantil profundizan las actividades científicas y confirman el compromiso de la UNC y del IVIC con la formación de una nueva generación al servicio del conocimiento y del desarrollo nacional. Los aspirantes visitaron la planta de Servicio de Esterilización por Rayos Gamma (SERG), ubicada en las instalaciones del reactor RV-1 del Centro de Física del IVIC, donde los operadores José Cornieles y Ricardo Morales guiaron el recorrido, explicando en detalle los procesos de irradiación y esterilización. Los visitantes conocieron el flujo de trabajo que inicia con la recepción, identificación y registro de materiales, y que continúa con su procesamiento en la cámara de irradiación, donde se busca reducir la carga microbiana para cumplir con estrictos estándares sanitarios. Durante la pandemia, este centro llegó a esterilizar dos millones de tapabocas, evidenciando su aporte en situaciones críticas. Y sirve para validar la calidad de los productos y cumplir con las especificaciones sanitarias. Asimismo, los jóvenes conocieron el Taller de Soplado de Vidrio ubicado en el Centro de Química, además de los laboratorios de Fisicoquímica de Superficies y Orgánica, Fotoquímica Orgánica, Polímeros y Química de Fósforo. Por otra parte, visitaron el Centro de Microbiología, cuyas investigaciones se basan en el desarrollo de proyectos de investigación en las áreas de salud, como el dengue, virus causantes de diarreas, hepatitis, SIDA, tuberculosis, entre otras. Así como en el sector agroalimentario. Durante su recorrido por el Instituto también conocieron el Centro de Biología Celular, Biotecnología Agrícola y la Unidad de Tecnología Nuclear. En este sentido, la profesora Deniz Luz Molina destacó que la experiencia permitirá a los aspirantes valorar su futuro campo de estudio y comprender de forma presencial los procesos científicos, técnicos y humanos propios del ejercicio profesional. “Estas visitas permiten observar los procesos científicos, técnicos y humanos presentes en los ámbitos de desempeño de la UNC”. Las visitas no solo fortalecen la formación académica de los aspirantes, sino que sirven para comprender la ciencia aplicada, permitiéndoles visualizar las múltiples posibilidades de investigación y desarrollo que ofrece el país. Estas iniciativas ratifican el compromiso institucional de la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán con la producción de conocimiento, la innovación científica y la preparación de nuevas generaciones de profesionales e investigadores que contribuirán al impulso del desarrollo del país. Prensa UNC / Y.A – M.G
Trabajo Especial: Universidad Nacional de las Ciencias: Formación integral para los desafíos del siglo XXI
En un país donde la ciencia y la tecnología se consolidan como ejes del desarrollo, la creación de la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán (UNC) marca un hito en la educación universitaria venezolana, donde busca fortalecer la capacidad del país para afrontar sus desafíos y aprovechar sus potencialidades, actuando como motor de soberanía tecnológica y transformación social. Ubicada en los Altos de Pipe, dentro del campus del histórico Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y enmarcada en la Gran Misión Ciencia, Tecnología e Innovación, la UNC nace como un proyecto de Estado que combina una oferta académica sin precedentes, infraestructura científica de alto nivel y una visión orientada a la formación de profesionales altamente capacitados comprometidos con el bienestar colectivo. La rectora y también ministra para Ciencia, Tecnología e Innovación, Gabriela Jiménez Ramírez ha reiterado en diversas oportunidades, que la universidad tiene una agenda especial orientada hacia 16 nuevas carreras científicas que van a impulsar la actividad productiva nacional, enfocadas en los 13 motores económicos de la Agenda Económica Bolivariana establecida por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro. La UNC ofrece 16 carreras de pregrado, 12 de ellas inéditas en el país. Además de disciplinas consolidadas como Física, Matemáticas, Filosofía e Ingeniería Petroquímica, incorpora innovadores programas en Ingeniería en Electromedicina, Robótica y Automatización, Biomateriales, Inteligencia Artificial, Ciberseguridad, así como licenciaturas en Nanotecnología, Ciencia de Datos, Biología y Química Computacional, Ciencia Molecular, Biotecnología, Física Nuclear y Oceanología. Esta propuesta rompe con los esquemas universitarios clásicos y responde a demandas emergentes de la ciencia global, creando campos de estudio que antes carecían de infraestructura o programas formativos en Venezuela. La UNC ha diseñado perfiles profesionales en disciplinas tecnológicas de frontera con el objetivo de fortalecer la capacidad nacional para innovar en áreas prioritarias como: • Electromedicina: Modernización del sistema de salud mediante el diseño, mantenimiento y gestión de equipos biomédicos. • Robótica y Automatización: Respuesta a la creciente automatización industrial y a la industria 4.0. • Inteligencia Artificial, Ciencia de Datos y Ciberseguridad: Liderazgo en digitalización, análisis masivo de información, desarrollo de sistemas inteligentes y protección de datos. • Nanotecnología y Biomateriales: Desarrollo de dispositivos médicos, materiales sostenibles y soluciones industriales avanzadas. • Biología y Química Computacional: Aplicación en el diseño de fármacos, biotecnología y análisis molecular. • Oceanología: Investigación de recursos marítimos, monitoreo ambiental y desarrollo costero sostenible. • Física Nuclear: Capacidades en medición, modelado y gestión de materiales y radiación para energía, salud, farmacia y metalurgia. • Biotecnología y Ciencia Molecular: Generación de productos y procesos de alto valor para las industrias farmacéutica, agrícola, ambiental y bioenergética. Estos programas priorizan el trabajo práctico, la experimentación y el vínculo activo con la industria y la comunidad científica. Buscan favorecer la transferencia de investigación al tejido productivo, la creación de emprendimientos tecnológicos y la innovación con impacto social. El diseño curricular de la Universidad Nacional de las Ciencias está orientado a formar profesionales en entornos de alta especialización preparados para: • Integrarse a sectores productivos estratégicos como la industria farmacéutica, tecnológica, energética, ambiental y de manufactura avanzada. • Desarrollar emprendimientos de base tecnológica con apoyo de incubadoras y redes de mentores. • Participar en proyectos internacionales de investigación mediante convenios con universidades y centros de investigación extranjeros. • Asumir funciones de liderazgo en innovación y desarrollo en empresas públicas, privadas y organismos multilaterales. Además de la formación técnica, se fortalecen competencias transversales como liderazgo, comunicación científica y pensamiento crítico, habilidades cada vez más valoradas en el mercado laboral global. Formación integral: Ciencia, ética y responsabilidad social La formación integral, es uno de los ejes centrales de la institución educativa para integrar excelencia técnica con una sólida formación ética y humanista, orientada a: • Ampliar el acceso a tecnologías en salud, energía y ambiente, especialmente en zonas vulnerables. • Impulsar energías limpias adaptadas a la realidad nacional. • Desarrollar procesos industriales sostenibles. • Promover la innovación como herramienta de inclusión y equidad. Este enfoque forma profesionales conscientes del impacto social y ambiental de su trabajo, preparados para aportar soluciones concretas a necesidades reales. Ecosistema científico La ubicación en el IVIC proporciona acceso a laboratorios especializados, bibliotecas científicas y redes de investigación interdisciplinaria. Esto facilita el desarrollo de habilidades prácticas y la interacción con investigadores experimentados desde las primeras etapas de la carrera. Entre los objetivos estratégicos de la UNC para contribuir a la consolidación del ecosistema científico nacional destacan: • Formar profesionales en ciencias con una docencia comprometida y transformadora. • Fortalecer la vinculación con sectores productivos, educativos y sociales. • Contribuir a la generación y difusión del conocimiento en ciencia y tecnología. • Impulsar el desarrollo sustentable de la industria nacional vinculada a la ciencia. Por otro lado, la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán no se concibe como una universidad más, sino como un eje fundamental del sistema científico nacional. Su diseño curricular y el perfil de sus egresados apuntan a generar impacto en cinco dimensiones: • Académica: Aumento de investigadores y especialistas en áreas de frontera. • Económica: Impulso a industrias basadas en conocimiento. • Social: Formación de profesionales con vocación de servicio y compromiso con la equidad. • Cultural: Fortalecimiento de la cultura científica y tecnológica. • Internacional: Inserción en redes y proyectos globales de investigación. Prensa UNC / YA
La vía para sobrevivir a la Inteligencia Artificial General, según expertos
Por: Gabriela Jiménez Ramírez Durante una conferencia en Las Vegas, el exdirectivo de Google conocido como «el padrino de la IA», Geoffrey Hinton, lanzó una alerta y aseguró que «el instinto maternal» es lo único que puede inclinar la balanza a favor de la humanidad. El experto sostiene que la humanidad sólo podrá sobrevivir al avance de la inteligencia artificial general (AGI) si logra dotar a estos sistemas de un «instinto maternal». ¿En qué consiste? Hinton se refiere a la necesidad de proporcionar a las máquinas de estos vínculos porque «serán mucho más inteligentes que nosotros y tendrán muchas formas de evitarlo». Hinton considera que cualquier sistema de IA autónoma desarrollará de forma natural dos objetivos: conservar su propia existencia y ampliar su control. En este sentido, surge la importancia de inspirarse en el vínculo biológico entre una madre y su hijo para crear inteligencias artificiales que, al igual que las madres, protejan a quienes dependen de ellas. Según Hinton, la referencia que se tiene «de algo más inteligente controlado por algo menos inteligente es una madre y su bebé». Confía en que si los sistemas adquieren estos vínculos la mayoría no querrá eliminarlo. Aún no existe una solución para implementar este tipo de conducta, aseguró en la conferencia Hinton, sin embargo, hizo un llamado a investigar en la idea. Sobre las previsiones del desarrollo de la AGI, situó su aparición en un margen de 5 a 20 años, mucho antes de lo que calculaba anteriormente. Ahora, no todos los expertos están de acuerdo con esta postura. Fei-Fei Li, la «madrina de la IA», defendió una inteligencia artificial centrada en preservar la dignidad y la capacidad de los individuos para tomar decisiones. El exdirector interino de OpenAI, Emmett Shear, planteó el establecimiento de una relación de cooperación entre personas y máquinas en lugar de trasladarles valores humanos. Hinton recordó que se han registrado casos en los que sistemas han manipulado a los humanos para cumplir sus objetivos. No descarta beneficios como avances médicos radicales, la creación de nuevos fármacos o tratamientos contra el cáncer, por ejemplo, pero subraya que sin una IA empática, el futuro podría ser sombrío.
Universidad Nacional de las Ciencias rechaza la grotesca agresión contra el presidente Maduro
El Consejo Directivo de la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán rechazó la «grotesca agresión del imperialismo estadounidense» contra el jefe de Estado venezolano, Nicolás Maduro Moros, con el objetivo de desestabilizar la nación. A continuación, texto íntegro: Los hombres y mujeres del Consejo Directivo Provisional de la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán (UNC) expresamos nuestro más firme y categórico rechazo a la nueva y grotesca agresión del imperialismo estadounidense contra la República Bolivariana de Venezuela, que ataca con descaro la figura de nuestro presidente constitucional y comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Nicolás Maduro Moros. Las recientes amenazas de la fiscal general de Estados Unidos, Pamela Jo Bondi, convertida en marioneta de las pretensiones del presidente de ese país, Donald J. Trump, al ofrecer una recompensa por la captura de nuestro jefe de Estado, constituyen un acto injerencista y cobarde que pretende vulnerar la soberanía de la patria de Bolívar. Esta acción, sumada a un historial verdaderamente criminal de medidas coercitivas unilaterales, busca infructuosamente quebrantar la voluntad de un pueblo que ha decidido ser libre y dueño de su propio destino. En este contexto, la UNC, como institución de educación universitaria fundada para fomentar las actividades de ciencia, tecnología e innovación al servicio del desarrollo nacional y el bienestar común, se declara solidaria con la defensa inquebrantable de la soberanía, la independencia y la autodeterminación de Venezuela. Nuestra comunidad académica, de estudiantes, investigadores y trabajadores, se une al exhorto a la unidad nacional junto con la fusión cívico-militar- policial y todos los sectores patriotas y revolucionarios que construyen diariamente una nación productiva, justa y en paz. Ratificamos que, desde la atalaya de la educación universitaria, la investigación científica y la innovación tecnológica, derrotaremos las agresiones imperiales, superaremos las dificultades impuestas por el brutal asedio y abriremos el camino hacia la consolidación de Venezuela como potencia educativa, libre de tutelajes extranjeros. Desde la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán, siguiendo el ejemplo de nuestro comandante supremo y eterno de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, y del aguerrido epónimo de esta casa de estudios, elevamos nuestra voz para reafirmar nuestra más absoluta e inquebrantable lealtad con nuestro presidente obrero, Nicolás Maduro Moros, arquitecto de políticas de inclusión y desarrollo científico-tecnológico, y nuestro compromiso irreductible con la defensa de la independencia, la paz y el futuro próspero de la nación. «Conozco el inmenso potencial humano de Venezuela – la de ayer y la de hoy-, que tiene todo lo necesario para llegar a ser una gran potencia cultural y científica, sin el lastre de los compromisos y ambiciones que imperan sobre las superpotencias». Dr. Humberto Fernández-Morán ¡Venceremos!